Es mucho más lo que se puede perder con la “ocurrencia” presidencial: Las bondades de la credencial de elector
Qué tristeza da saber de los peligros que puede acarrear para la gobernabilidad del país la eventualidad de que sean puestas en marcha las medidas previstas en el llamado Plan B Electoral, impulsado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Resulta deplorable que lo que hace 34 años –en 1988— mereció la condena generalizada –una elección presuntamente fraudulenta, al carecer de mecanismos confiables–, ahora no sea considerado algo prioritario.
Parece una incongruencia que el que ahora quiere enterrar a la autoridad electoral –es decir, AMLO— sea el más beneficiado al llegar a la Presidencia en 2018 con el primer Gobierno mexicano de izquierda.
Es ridículo constatar que en vez de seguir reforzando las medidas para dar mayor limpieza a los procesos electorales, ahora, por pretextos presupuestales, se dé cabida a la regresión.
Y hay más beneficios en esta lucha por construir un marco democrático indiscutible que podrían desaparecer con el mentado Plan B.

Cartón tomado de Twitter, de la autoría de Magú, cuyos trabajos publica el diario “La Jornada”, de la Ciudad de México
Así, cuando se buscaba que hubiera elecciones más limpias, nadie imaginó que el país iba a contar con un documento de gran autenticidad como la credencial de elector, el mecanismo de identificación personal más confiable.
Este documento, se ha comprobado, es más seguro inclusive que una tarjeta de crédito, y desde luego también más caro.
Así, la credencial de elector superó en confiabilidad a la licencia de manejo y al mismo pasaporte, y de ello se benefician múltiples instituciones públicas y consorcios y empresas privadas que no pagan ni un centavo como retribución.
Por tanto, en vez de que el Gobierno estudie métodos para obligar a los beneficiados que paguen por gozar de los beneficios de la credencial de elector, adopta medidas para debilitar y hasta destruir a la instancia que expide tal documento, o sea, el Instituto Nacional Electoral (INE).
Igualmente, la credencial de elector puede ser un paso firme para hacer realidad la cédula de identidad, una vieja aspiración del Poder Ejecutivo que se ha traducido en fracaso tras fracaso.
Sin embargo, el Gobierno de AMLO prefiere torpedear al INE, mediante el llamado Plan B, para apoderarse del “botín” que representa el caudal informativo reunido en el Padrón Electoral.

Cartón tomado de Twitter, de la autoría de Iguana 10
No hay que olvidar que el Padrón citado incluye no sólo el nombre del elector, sino su edad, fecha y lugar de nacimiento, y residencia actualizada, entre otros datos.
Entonces, combinado con datos del Registro Civil, de la CURP y del citado Padrón Electoral podría darse un paso decisivo hacia la señalada cédula de identidad.
No cabe duda que en ciertos sectores de la población mexicana predomina un sentimiento de autodestrucción, que consiste en exterminar los avances más notorios en todos los terrenos.
Así se declara una guerra abierta a la continuidad, a la política de defender lo más valioso que se ha construido para someterlo a un proceso de continuo fortalecimiento.
Ojalá que haya una recapacitación por parte del Gobierno de AMLO, porque de lo contrario puede estar en riesgo hasta la paz pública, como ha advertido el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello.